Por qué me opongo al aborto.

bebe_linceNo he empezado este post para hablarles de religión, sino para pronunciarme, una vez más, contra la despenalización del aborto (y contra la eutanasia) en toda circunstancia.

Del mismo modo que me opongo al aborto, también me opongo y con el mismo ímpetu a la pena de muerte y a la eutanasia. Por las mismas objeciones de carácter moral, porque es quitar la vida de alguien más.

Pero creo que la principal razón por la que me opongo es porque  la muerte es irreversible. No tiene retorno. Abortar o aplicar la eutanasia, o enviar a alguien al patíbulo, son generalmente situaciones a las que se llega bajo un tremendo estrés, en las que se llega a sentir que esto es la única solución. Ojo, que digo sentir, no pensar, porque cuando uno está pasando alguna de esas situaciones extremas es muy fácil no pensar con claridad, es terriblemente fácil equivocarse.

Hay muchísimos testimonios (libros, páginas web, etc.) de mujeres que abortaron y que años después se arrepintieron. Les dijeron que con un aborto se libraban de un problema en media hora. Pero no les dijeron que el recuerdo no las abandonaría nunca. Y cuando años después se arrepintieron, ya no había vuelta atrás.

Lo que tienen casi todos estos testimonios en común es que las mujeres señalan que no recibieron ninguna ayuda, y que de una u otra forma fueron inducidas, por las circunstancias, por la desesperación o por terceras personas, a creer que el aborto era la única salida.

No les voy a hablar de cielos, infiernos, ni de fenómenos sobrenaturales. El hecho concreto es que la vida, tal como la conocemos, biológicamente, es una sola. La muerte no tiene regreso, y elegir algo que conduzca a una muerte es elegir algo que no nos da oportunidad de reparar ningún error. Y el aborto, la eutanasia y la pena de muerte son de esas decisiones que implican llevar a un ser vivo a la muerte.

Yo no me considero libre de tomar decisiones equivocadas. Pero tampoco veo porqué otro ser tan humano como yo sí debería creerse perfecto y libre de equivocaciones. El tener un título de Médico o de Filósofo no convierte a nadie en un ser infalible.

La ciencia tampoco está libre de dudas ni de errores; ni tiene todas las respuestas, y tampoco es infalible. De hecho, se ha equivocado muchas veces. Por no mencionar que los científicos se equivocan, y a veces mucho, porque frente a su deber metodológico anteponen sus intereses, sus preconcepciones o su propio orgullo o ambiciones. De los errores de la ciencia, la historia nos muestra muchos ejemplos.

El hecho es que, aún con un riguroso control metodológico, mucho de lo que la ciencia considera un hecho hoy, podría ser considerado como un error dentro de 20 años.

Alguien, lanzándome una indirecta vía Twitter, dijo que «dudar es ser libre» o algo así. De acuerdo: correcto. Precisamente por eso es que soy pro-vida; porque dudo, porque de verdad no tengo la certeza de que ese óvulo fertilizado, ese embrión, no se pueda considerar como un ser humano.

Lo que esa persona que me animaba a dudar y a dar margen a otras dudas no se ha detenido a pensar es en ¿y si es ella (o él) quien se está equivocando?

Justamente porque dudo yo no siento que tenga derecho a considerarme dueña de la verdad, como la mayoría de los pro-choice sí parecen sentirse. Y por eso invoco el principio de las dudas razonables. Si existen indicios razonables para suponer que existe la posibilidad de que el aborto implique negarle el derecho a la vida a un ser humano, ¿por qué cerrar los ojos y negarnos a ver que esos indicios existen?

No hace mucho, los dueños de esclavos reclamaban tener el derecho de disponer de la vida de sus esclavos. Hoy ya no pensamos de esa manera; pero, incongruentemente, ahora se nos quiere hacer pensar que podemos disponer de la vida de un niño indefenso dentro del vientre materno.  ¿Qué clase de avance para la humanidad es ése?

Plantear que el tema del debate es «respetar la libertad de elección», implica lo que importa es el mero hecho de elegir y no el  objeto de la elección; que lo que escogemos es irrelevante. Lo cual no resiste el menor análisis lógico. Es claro que no todas las elecciones son iguales; para empezar, hay elecciones que sólo nos afectan a nosotros y elecciones que afectan a otros.

Yo puedo elegir cosas tan disímiles como comprar un artículo, hacerme la liposucción, meterme en política, o divorciarme; o puedo elegir matar a mi jefe, unirme a una banda de narcotraficantes o dedicarme a producir pornografía infantil. Puedo escoger; pero es claro que ni todas esas elecciones son iguales ni tienen las mismas implicancias.

Es claro que el hecho de elegir por sí solo no legitima per se aquello que hemos decidido. Y por supuesto que las distintas cosas que elegimos no tienen igual relevancia, no tienen iguales consecuencias, y no todas son aceptables.

Sin embargo, la posición «pro-choice» nos plantea ilógicamente que el aborto es aceptable simplemente porque la mujer lo eligió libremente. Sólo por el acto de elegirlo. Cuando en realidad hay que examinar primero qué es lo que se está escogiendo.

Igualmente endeble es el argumento de que «es el cuerpo de la mujer» (falso, es la vida del feto la que está en juego) y que por tanto el Estado no tiene por qué impedir «decisiones personales». El Estado a través de las leyes de hecho prohíbe y penaliza muchas «decisiones personales» y alienta otras.

Si el Estado no toma medidas para impedir que las «decisiones personales» de los estafadores, falsificadores, ladrones, bígamos, defraudadores, conductores ebrios, violadores, drogadictos, etc., sigan dándose libremente y afectando a ciudadanos inocentes, pues… no pasaría mucho tiempo sin que salga alguien a pedir a gritos que el Estado intervenga.

De otro lado, El Estado me obliga a enviar a mi hija a la escuela, por ejemplo; no me obliga a casarme pero sí norma que sólo puedo hacerlo con una persona a la vez; me obliga a pagar impuestos, me obliga a votar.

Si la justificación para despenalizar el aborto es que «es un drama y una realidad innegable, siempre ha existido y va a seguir sucediendo,» entonces, pues con esa misma lógica, cuando intenten meterse a robar a nuestras casas no sólo no hay que olvidarnos de tratar impedir que nos roben, sino más bien abrirle la puerta al ladrón, saludarlo, invitarle de cenar y hasta darle un costal para que se lleve todas nuestras cosas. Total, si la delincuencia es un drama, una realidad innegable y va a seguir sucediendo, entonces para qué tratar de impedir que nos roben para qué penalizar el robo y para qué castigar al ladrón?

Si los seres humanos fuésemos perfectos quizá no harían falta leyes ni códigos penales. Pero el hecho es que no somos perfectos, y que las leyes existen, entre otras cosas, para normar la coexistencia social, para asegurar un mínimo de orden que permita que la sociedad funcione, para protegernos de las consecuencias de los actos de otros, o para castigar y sancionar penalmente ciertos actos que se cometen.

Y el hecho es que que necesitamos leyes para proteger el derecho de quienes no pueden defenderse por sí mismos. Por eso es que no apoyo la despenalización del aborto.

El caso de Karen Llantoy, caso bandera de las feministas peruanas, es sintomático.

Antes de ese caso, el lobby pro-aborto batallaba por que se reglamente el «aborto terapéutico». El médico que le negó el aborto adujo que en su caso no procedía porque la vida de ella no estaba en peligro. La anencefalia no amenaza la vida de la madre. Quien iba a morir no era ella sino el bebé.  El director del hospital indicó que se trataría de un aborto «eugenésico», que es algo muy distinto. El «riesgo» que corría Karen Llantoy continuando el embarazo era (ver el documento posteado por Silvio Rendón en su GCC) de presentar «angustia e inestabilidad emocional» y luego «depresión». Y para la angustia, depresión, inestabilidad y estrés hay una serie de tratamientos.

Karen Llantoy declara que «tuvo que soportar el dolor de ver a su hija con deformidades evidentes y de saber que sus horas estaban contadas». Dicen que «la obligaron a amamantar» a una criatura que iba a morir. Quejarse de esto me parece incomprensible. Si yo supiera que mi hija padece de alguna enfermedad que la condena a muerte, querría estar con ella hasta el final; querría tenerla en mis brazos y poder despedirme de ella. Si fuera una bebé querría tener el recuerdo de haberla abrazado, amamantado, decirle que siempre la recordaré, aunque hubiera nacido deforme. Querría estar con ella el tiempo que le quedara. Cualquier madre haría lo mismo.

La misma Llantoy dijo a la revista Caretas que de entrada pensó en un aborto clandestino pero que «no le pareció correcto«. Dijo también en esa misma entrevista que  «En la desesperación de no saber qué hacer, con la incertidumbre de desconocer lo que podía ocurrir, y por recomendaciones de personas cercanas a mí, decidí hacerlo público con la esperanza de que alguien me ayudara a resolver la situación…»

A mí lo que me parece es que el lobby pro-aborto no tuvo escrúpulos en utilizar a una jovencita asustada. Y que en vez de apoyarla para superar su comprensible y lógico dolor, se aprovecharon de su inexperiencia, su indefensión y sus miedos para lograr sus propios fines políticos. Mujeres utilizando a otras mujeres. Incoherente, por decir lo menos.

Y claro, volviendo a la actualidad, lo que el lobby pro-aborto pide ahora es, ¿coincidencia? el «aborto eugenésico». Ya que no les ha dado resultado batallar por el «aborto terapéutico,» ahora han cambiado de estrategia y la movida es clarísima: han invertido mucho esfuerzo, tiempo y publicidad en el caso de Karen Llantoy para permitir que quede en nada.

Si se legaliza efectivamente esta modificación del Código Penal, van a buscar la manera de reabrir el caso e insistir en que el Estado le pague una indemnización. Porque si lo logran, eso va a ser una victoria política muy visible para el lobby pro aborto. Porque finalmente, de eso es de lo que se trata. Se trata de legalizar la vía de entrada para el negocio de los abortos. No de Karen Llantoy ni de su bebé.

El aborto «eugenésico» va sentar un peligroso precedente para que, en el futuro, se plantee el aborto de fetos con enfermedades congénitas, deformidades físicas o síndrome de Down.

10 respuestas a “Por qué me opongo al aborto.

  1. Y a eso debemos añadir el hecho de que hasta el momento la Constitucion considera al concebido sujeto de derechos.

    El disponer libremente de la vida de quien no puede defenderse no nos hace mas civilizados.

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  2. Así es Ernesto. La final el de los pro-choice es un pragmatismo y economicismo que muy fácilmente se puede extender a otros estados de la vida haciendo de la pena de muerte algo más que cotidiano. En esto se contradicen todos aquellos que se llenan la boca denunciando fascismos a diestra y siniestra cuando hacen de la vida del no nacido un perjuicio para otros. Esta excelente tu post Isabel!

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  3. Ernesto y Guille, de acuerdo en este caso.

    Susana, ¿Planteas el regreso a Esparta? Bueno, amar o no amar a alguien sí es tu opción; pero eliminarlo (porque no lo amas, porque no puede amarte o porque te estorba) no lo es y no tendría por qué serlo. Te recuerdo que el homcidio está considerado como delito penado por ley. Y que las DEMUNAS están llenas de casos de mujeres víctimas de violencia, amenazadas de muerte por sus maridos, ya sea por celos, porque ya no las aman o porque les estorban su vida de irresponsabilidades.

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  4. si no le gusta el aborto, no lo haga. si no lo gusta la eutanasia, no lo haga. de cualquier forma, legal o ilegalmente, seguirá sucediendo. penalizar o despenalizar no hace que un hecho deje de darse, simplemente mantiene a las tibias conciencias confiadas en su marco legal.

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  5. Muy buen articulo ya que ha explicado muy bien porque los argumentos de los que defienden la libre practica del aborto no son nada sólidos.

    Un apunte: cuando dices «Si existen indicios razonables para suponer que existe la posibilidad de que el aborto implique negarle el derecho a la vida…» podría parecer que lo que se le niega es la posibilidad de que tenga una vida cuando lo que supone el aborto, si los indicios razonables no nos engañan, es terminar con la vida ya iniciada de un nuevo individuo de la especie humana.

    Para Golberto:
    Tu afirmación se centra, como en casi todas las personas que están a favor de que no se ilegalize la practica del aborto, en la mujer y en su facultad de ser libre de tomar las decisiones que afectan a su vida. Pero no piensas en el aborto como un acto violento que distruye una vida humana (biologicamente hablando) distinta a la madre. Cuando dices: «penalizar o despenalizar no hace que un hecho deje de darse» estamos antes una evidencia. Acaso ya no se dan casos de asesinatos, robos, violaciones, etc???
    La ley puede tener un efecto inhibidor de algunas conductas pero eso no es su fin ultimo. Su fin ultimo es marcar los limites de la libertad individual frente a la de otros seres humanos. En el caso del aborto hay dos vidas humanas distintas con dos derechos distintos: el derecho a decidir libremente que hacer con tu vida y el derecho de ser acogido por la comunidad humana desde el mismo momento en que empiezas a existir en cuanto nuevo individuo de la especie (inocente, indefenso, unico e irrepetible). Entonces hay que decidir no en función de quién tiene prioridad de derechos si no en función de que derecho debe tener prioridad sobre el otro?

    Saludos.

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